LA SUBIDA AL RAGUDO: El tren sin miedo (el ferrocarril Ojos Negros-Sagunto)
¿Porqué le llamo el "Tren sin miedo", porque hay que ser muy bruto y muy temerario para construir un trazado como el que tiene este tren, que no tiene miedo ni a los túneles ni a los puentes, ni a las fuertes rampas ni a los enormes terraplenes o trincheras, y eso pensando que en invierno aquí las nevadas eran muy frecuentes, con lo cual la vía se quedaría sepultada bajo metros de nieve en las trincheras y las entradas a los túneles. En muy pocos kilómetros subimos desde los casi 500 metros sobre el nivel del mar en Jérica hasta los mil metros en Barracas, pero lo hacemos sin dar más vueltas que las necesarias, sin evitar colinas ni barrancos, incluso con más túneles que nuestro vecino, el ferrocarril de vía ancha del Central de Aragón, que corre por la parte de fuera de la sierra, que parece que tiene miedo a enfrentarse a la dura piedra de la montaña, y eso le evita algunos túneles pero no puentes, porque los puentes no hay más remedio que hacerlos, y ya que los hacemos pues los vamos a hacer bien bonitos, de piedra, y que se vean de lejos y así uno pueda seguir desde mucha distancia la línea casi invisible por donde corta el ferrocarril, una línea que se pierde a ratos entre los bosques de pinos, pero que se sigue bien si se coloca frente a la sierra que separa Castellón de Teruel, y que la carretera también tiene que salvar mediante un puerto muy penoso y complicado: el puerto del Ragudo.
Como decía bien Manolo Maristany lo bueno de los trenes mineros es que bajan cargados y suben vacíos, si fuera al revés sería imposible. Aquí el tren que sube vacío desde Sagunto lo tiene muy difícil por la fuerte pendiente, pero esa misma fuerte pendiente también hace que la bajada haya que hacerla con muchísimo cuidado, porque de otra forma podríamos perder los frenos y estrellarnos en una curva. Lo malo de este ferrocarril es que es tan largo que al final se encuentra todo tipo de obstáculos. La subida al Ragudo es uno, pero luego en Teruel tenemos otro puerto, el de Escandón, y este te pilla bajando con el tren cargado de mineral de hierro, que es particularmente pesado, y de repente tienes que subir un desnivel de 200 metros. Puede parecer poco, pero con un tren minero de no es ninguna tontería. Es verdad que la subida viniendo desde Valencia es más suave aunque tenga más desnivel, pero hay que decir también que para estas alturas del viaje nuestro tren ya no le tiene miedo a nada, de hecho, de tener miedo, se hubiera quedado en Sagunto. ¡Las duras sierras de Teruel y sus fríos y desolados páramos son un enemigo terrible!